Por Luis Martínez Alcántara 

Ousmane Dembélé ha sido protagonista en la temporada 2024‑25 con Paris Saint‑Germain, consiguiendo un histórico triplete continental: Ligue 1, Copa de Francia y su primera Champions League. Además, lideró la Ligue 1 con 21 goles e igualó un récord de contribuciones con 33 goles y 15 asistencias en 49 partidos.

Este rendimiento lo coloca firmemente en la conversación del Balón de Oro. Su versatilidad, tanto en ataque como en presión defensiva, ha sido clave.

Figuras institucionales del fútbol no han escatimado elogios. El presidente del PSG, Nasser Al‑Khelaifi, afirmó que “si no lo gana (el Balón de Oro), habrá un problema”.

El seleccionador francés Didier Deschamps también respaldó a Dembélé: “ya ha hecho lo suficiente, se merece el premio, gane o no la Nations League”. El propio entrenador Luis Enrique lo consideró “lider sin ninguna duda” por su inteligencia táctica.

Jugadores se suman al respaldo. Kylian Mbappé, compañero y capitán de Francia, fue tajante: “Yo votaría por Dembélé ¿Necesito explicarlo?”. También Marquinhos destacó la campaña “más completa y consistente” de Dembélé, reconociendo su crecimiento y madurez. El espíritu de equipo y liderazgo del francés ha inspirado respeto incluso en rivales y medios especializados.

Análisis especializados ponen cifras y contexto. Medios como Yardbarker hablan de una “renacimiento”, destacando su impacto goleador y defensivo. PlanetFootball señala su labor táctica y esfuerzo fuera del balón en la final de Champions.

Este balance entre rendimiento individual y colectivo —33 goles, 15 asistencias y el triplete— encaja perfectamente con los criterios del Balón de Oro.

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